martes, 17 de agosto de 2010

Nervios disparados!!!!


Hay días en que sería mejor no haberse levantado de la cama, verdad??. Cuando uno está viendo a la gente, a sus problemas y a sus no problemas alguna vez fallas. No todos tus pacientes van a confiar en tí, no les tienes por qué gustar o no están de acuerdo con tu manera de hacer las cosas. Sencillamente.
La semana pasada viví uno de esos mismos días. Soy poco dada a las discusiones bizantinas o sin solución, me creía de hecho una persona bastante conciliadora; solo respirar hondo y a seguir. Pero no. Preferí discutir con el familiar de un paciente y meterme en camisa de once varas. La cuestión no es de qué parte está la razón, es no perder los papeles, no ponerse a la altura de alguna gente. Reconozco que tuve que contenerme para no ponerme a gritarle a esa persona, que sentía una rabia descontrolada, que estaba harta, harta, harta de escuchar quejas sin pausa...esas personas que no te dejan acabar una frase, que dá igual la solución que les plantees: todos los tratamientos les hacen daño, todas las estrategias les van mal, ellos son diferentes del resto de la humanidad y tienen fiebre con 36ºC porque su temperatura basal es menor que la del homo sapiens de toda la vida, todo les duele, nada les ha mejorado...Te cansa, no los miras como a los demás, ya estaba deseando que saliese por la puerta, que desapareciese de mi vista. Aún así, no dije todo lo que habría querido decir, gritar, berrear, chillar.
Pero hoy tengo una reclamación y me siento mal. A pesar de que está hilada a base de una mentira cosida con otra, a pesar de que parece redactada por un niño pequeño o sacada de un programa arrabalero de la televisión. Tengo esa sensación de fracaso por no haber abordado la situación con algo más de entereza.
Sólo lamento que no exista la forma de que yo, asimismo, pudiera reclamar contra ese trato que, a dios gracias, no son nada frecuentes...todo hay que decirlo.

martes, 3 de agosto de 2010

Chico


Han sido unos pocos días, pero 4 noches en total. Volver a verte cada mañana al levantarme. Volver a encontrarte al regresar poniendo la mesa o guardando la compra o sencillamente esperándome. Tu consuelo y contar con tu presencia si estoy enferma, si te necesito. Sentir como respiras a mi lado.
Es imposible acostumbrarse ya a estar sin tí.
¿Por qué te has ido?
Te echo de menos.